22 de mayo de 2011

Plan de encantamiento

Cuando llego a casa y escucho desde la puerta, bajando por las escaleras, que suenan desde arriba las notas de tu piano; no puedo evitar sonreír embelesado de placer.

Tras las notas llega tu voz, para encantarme mucho más, mientras voy dejando al mundo entero atrás. Y cuando me decido a subir, al pisar el primer escalón (y como si estuvieras viéndome) comienzas a cantar, los versos y estrofas más hermosos que nunca antes escuché.

—He guardado tanto de los dos mi amor, he dejado tantas puertas sin abrir. Encontré un nuevo color de voz, para sorprenderte cuando estés aquí.

Con inmensas ganas de llegar a verte, decido no apresurar el paso y solo dejo que la musica y mi alma me lleven. En el camino hasta vos, descubro que no siento más que felicidad. Descubro que voy plena, completa y absolutamente enamorado de tu magia.

—Abrigué recuerdos de los dos, mi amor. Que hacen que te quiera cada día más.

Y cuando entro a la habitación, a medias encandilada por la luz tenue del atardecer que entra por los ventanales, te miro y me mirás.
Me estabas esperando.
Dos copas vacías y una botella de vino sobre la mesa son fieles testigos de tu plan de encantamiento.

—Controlé un poco mi ansiedad, atravesé el dolor, luché contra el reloj… Para esperarte con toda la paz. A vos, mi amor.

Terminás con la canción pero no acabas con la música, mientras me acerco para sentarme a tu lado. Y cuando estoy lo suficientemente cerca, das las notas finales, para tomarme de la cara y decir:

—Tus besos son la representación maravillosa del paraíso que inspira la música en mí. Dame un beso para llenarme de inspiración y así poder cantarte cada día de nuestras vidas. Haceme el hombre más feliz.

Y aunque no lo explicité más que en una mirada y en el rubor de mis mejillas, sabés que era lo que tenía planeado hacer… Desde el primer momento en que te oí.