16 de febrero de 2011

Malas decisiones

Por ignorancia, por inmadurez, por temor, por rebeldía o por estupidez, todos alguna vez tomamos malas decisiones. Pero es en el acto de corregir esas decisiones equívocas, cuando podemos lograr conseguir una solución más parecida a lo que soñamos en principio.

Las malas decisiones nunca vienen solas, vienen en cadena. Y es necesario estar lúcido y ser valiente para cortarla por lo sano, en lo posible desde el primer eslabón. Una disculpa, una corrección, una buena acción, son las armas más poderosas que tenemos a nuestro alcance. También existen los cambios de habitos, proyectos, convicciones firmes, ganas de cambiar, sueños.

Aunque lo cierto es que no hay mejor herramienta para cortar una cadena de errores que una buena decisión. Una decisión firme, contundente, inteligente: Una decisión tomada con el corazón.
De esas que hacen que la carga se aligere y todo se vaya resolviendo.
Esas que vacían tu mochila, de esas piedras llamadas: culpa, pesimismo y resentimiento.

“Decisions, decisions” diría la gran Olivia.
Cuando se toman grandes decisiones, no hay que perder el tiempo.
CS.