21 de marzo de 2013

Lisérgica

¿Cuando la vida había dejado de ser reuniones con amigos y escapadas de la escuela? 
Nueve horas a diario de lunes a viernes encerrada en el mismo monótono y aburrido sitio.
Dos horas empleadas para el viaje de ida y de vuelta, si la ciudad se dignaba a andar según lo planeado.

Atrás habían quedado el novio que gustaba de salir con ella y sus amigas. También las espontáneas imitaciones de Joss Stone cantando descalza por el pasillo hasta la cocina. El maquillaje detallista, los colores en la ropa, las zapatillas en la cartera.

Tanto había cambiado en solo tres años. 

Ahora vivía sola y se había llevado consigo un gato de la calle para que la inspirase a escribir entradas de blog depresivas. Comía cuando se cansaba de discutir consigo misma cuando había sido la última vez que había comido. Se veía al espejo y se sentía gorda. Se tocaba la piel y se sentía fea. Se tocaba y no se sentía ella misma.

Combinaba pastillas todos los domingos. Algunos según las formas, otros según el precio, otros según el color. Quizás un día diera con la cura de todos sus males o con un aliviador y romántico fin...

La búsqueda de la felicidad ya la había aburrido. 

CS.



Dejó todos estos mambos cuando un lunes se levantó convencida de que su gato y un unicornio habían bailado esto en el living:


Y cuando se dió cuenta que el papel de la liségica garpó solamente en los 80 y que ahora solo encendía la lucecita del patetismo en los demás.

2 comentarios :

  1. Zarpadamente magico. Clap. Clap.

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  2. Que triste es pensar a veces que en un año las cosas pueden cambiar tanto.
    Que reconfortante es, sin embargo, saber que ese cambio a veces es para bien. Buscar el equilibrio entre la rutina y el buen vivir.

    Saludos!

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