30 de agosto de 2013

Life on Mars

Hay quienes dicen que la vida empezó en Marte y que vino a la Tierra en una roca. Están los que niegan esta teoría puesto que no hay roca que se lance sola y mucho menos que se desprenda de la gravedad de un planeta con la intensidad suficiente, como para recorrer los millones de kilómetros de distancia hasta el nuestro.

Los que tildan de necesarios al molibdeno y al boro, inexistentes al igual que los continentes y cualquier forma de suelo, en la Tierra primitiva. Y también los que creen en Dios.
Lo cierto es que la ciencia no es más que un cúmulo de pequeñas religiones, cada una con sus reglas, su gente y su verdad.
Las voces se apoyan y se contradicen, se sostienen y se caen. Se reprimen un tiempo y luego se sueltan. Como el aire en un suspiro o como una roca de la gravedad de un planeta.

Quizás, ¿quien te dice? en Marte vivía Dios y pasaba sus días y noches aburrido arrojando piedras al resto de los cuerpos celestes que avistaba desde su soledad. Creando la vida por error o por consecuencia.
Quizás no haya tanto que pensar y más en lo que creer y confiar ciegamente, como en una religión. Dejarse llevar por lo que aparece y nos cuenta una historia y sentir esa historia como la historia de la creación. Y crear a partir de ella hasta que otra historia nos pida crear de otra forma y otra más y otra más y otra más.
Olvidar la razón y la meticulosidad. Dejar el ojo clínico para analizar los detalles y permitirse explorar.

Si, hay un montón de máquinas que ya están explorando el espacio en busca de otras formas de vida. Incluso buscando las razones de la vida que ya conocemos. Pero ahí está nuestro error: dejarle a una máquina el trabajo de nuestra propia búsqueda.

Una búsqueda que como todas las búsquedas debió comenzar en el interior pero por temor a encontrar demasiado, se perdió por ahí.

CS.

"Debo dejar de buscar la respuesta a cómo llegaste a mi vida y empezar a preguntarme para qué."

No hay comentarios :