22 de mayo de 2015

Pertenencia

Se que te miro a los ojos un segundo, de esos segundos en que me miras a los ojos detenidamente y entiendo que te pertenezco y como te pertenezco. Qué partes de mi son enteramente tuyas y que partes, me dejas compartir con el resto.
Se que cuando miro tu boca, el movimiento de tus labios, completamente ajeno a las palabras que estés diciendo, le dicta todos los pasos a seguir a mi cuerpo.
Y que tu perfume es el sonido de la música hipnótica y tu piel el flautista de Hamelin.

Les digo a todos que es un juego que compartimos, que nada de lo que digo es cierto, cuando digo cuanto me entrego. Pero no es más que maravillosa sumisión.
Cuanto más indefenso me encuentro, más desnudo me siento y cuanto más desnudo, más propio.
Cuanto más vulnerado me veo, más te pido y cuanto más me castigás, más me gusta hacerte enojar.

Si el deseo me galopa por dentro de solo verte relamiendo tus labios en señal de satisfacción y llego al orgasmo en el preciso instante en que me dejás llegar, no antes ni después de que el interior de tu cuerpo le diga al interior de mi cuerpo cuando debe pasar. Y nada me libera tanto como no disponer siquiera de esa inexplicable libertad.

...Y es entonces, cuando ya acabado el juego y extasiado de placer, que bajás de ese pedestal de pertenencia y poder en el que te pongo con mi imaginación, para darme un beso y decirme que me amás, que te amo hasta temblar. 

Y tiemblo.

CS.

No hay comentarios :