23 de septiembre de 2010

Final Feliz


Esperaba sentada en las escalinatas del anfiteatro frente a la playa, perdiéndose en el horizonte. Esperaba que la brisa estival se llevara volando su dolor, sus lágrimas. Deseaba con fervor no haberlo perdido tan estúpidamente.

Pensaba, se imaginaba llorando por años a su príncipe, se imaginaba a los hijos ausentes, los proyectos no empezados, los sueños no cumplidos, todas las mañanas sin su compañía.

Dos meses habían pasado ya desde su muerte, con el se habían perdido su alma y su vitalidad. Dos meses de largas caminatas sin su mano, sin su cuerpo, sin su voz.

Y allí estaba ella, caminando firme, con el cabello al viento. Su vestido blanco y sus pies descalzos. Camino por la orilla mojándose los tobillos, pensando que pudo haber sido feliz en serio. Miró otra vez el horizonte, cautivada por el cielo anaranjado. Echo a andar hacia el frente con todas sus esperanzas a cuestas, con todo su amor en el pecho.

Ese día tan perfecto, lo volveria a ver una vez más y para siempre. Se adentro en el mar. El agua cubrió sus rodillas, luego su cintura, sus hombros y su cuerpo en totalidad.

Nadie la detendría, celebraría su casamiento con él, en el más allá.

CS.

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