25 de febrero de 2012

Como la fuerza de gravedad

Si no te estás equivocando, no estás cayendo en la cuenta.
¿Cómo puede ser que no veas? ¿Cómo puede ser que no entiendas?
Te estás perdiendo lo que sus ojos entregan.

Quizás no lo notes, seguro no lo comprendas. Es ese miedo recalcitrante lo que te ciega.
¿Es la mirada de otros lo que te enajena?

No lo culpes por su libertad, no lo culpes por su valor. No te atrevas siquiera a juzgarlo por la manera, que tiene de expresar sin miedo su amor.
No lo ensucies con tus reglas, así es como el siempre jugó. No enfríes sus sentimientos por no saber manejar el calor.

Si tu miedo es el fracaso, si no apostás para no perder; te cuento de afuera pero sabiendo, que de eso no se trata crecer.

Y hasta acá. Te voy dejando.
Recordándote aprender:
Que no hay hombre que guste de hombres, que sea feliz con una mujer.

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