21 de noviembre de 2012

Otra historia de amor

Fue en uno de esos árboles viejos. En esos donde no se distingue cuando la raíz deja de ser raíz para convertirse en tronco y donde termina el tronco y empieza la raíz. Sobre una de esas cunas de madera pinchuda para libres creadores de la literatura o de la música, en las que a la hora de la siesta o a la luz de la luna, los románticos se tiran bajo las hojas a esperar la inspiración.

O en ese muelle de aquél lago frente a las montañas, en aquel valle recóndito. Donde el único sonido en kilómetros era el de un camión por la ruta cada tanto y los únicos testigos perceptibles, el cielo y los pájaros.

O tal vez en ese viaje en micro que, recién salido de la terminal, queriendo escapar de la ciudad, quedó atrapado en el tráfico.

En una de esas pintorescas mesitas de los bares del puerto, donde hay que tomar el café antes de que lo haga el viento frío que arrastra el río cuando empieza a caer la noche.

Quizá en la terraza de ese único edificio de barrio, admirando al resto moverse como hormigas por los suburbios.

En las pirámides de Egipto, a los pies de la torre Eifffel. En una vereda de la gran manzana o en las playas de Hawaii.

No lo sé.
Escribí que te amaba y no lo pensé.
Inspirado por todos los paisajes y situaciones del mundo, pero en mi habitación a la vez.

CS.

1 comentario :

  1. Porque cuando uno ama, puede viajar a cualquier lugar en solo un instante, y sentir que no importa el dónde si esa persona está a nuestro lado. Porque todo se vuelve hermoso.

    Muy lindo lo que escribiste, como siempre.
    Saludos.

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