5 de agosto de 2014

Por mil

Me di cuenta que iba caminando por una calle soleada y que me gustaba ir caminando, aunque me faltaran 8 cuadras para llegar a dónde iba.
Aminoré la velocidad incluso, para que durase más el paseo y le di repeat a la canción de Lily Allen, que había vuelto a bajar después de años. Una de esas de cuando no se hacía la dura y le cantaba a cosas hermosas como esta tarde o una sonrisa.

Me encontré ahí en medio de mi barrio a mi mismo y no me molestó irme cantando para dentro esa canción, aunque ya no me acordara muy bien la letra.
Miré cada detalle que el paso me permitió observar y agradecí inconscientemente, con la mirada fija en las nubes, haber nacido tan observador.

Recordé la película horrible que vi anoche y me volví a jactar de que tengo que hacer algo con tanto tiempo libre. Como regalarme una de estas caminatas.
También regalarme más sonrisas para mí, de estas que la gente piensa que voy escuchando chistes en la radio.

Y también pensamientos sobre estas calles que en tantos otros estados me vieron pasar y que tanto supieron guardar en secreto. En esta plaza a la que tanto me gustó venir a jugar de chico y a dormir la siesta al ratearme de la escuela, cuando ya fui más pelotudo.

No sin destacar lo principal al llegar, que también quiero más de estas miradas para abajo que quieren evitar la sonrisa nerviosa que me produce que me vea acercarme. Y más de encontrarme con él y agarrarle la mano y empezarlo a besar despacito hasta que no nos queramos ir nunca más.

Y principalmente, esto último multiplicado por mil.

CS.

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