30 de marzo de 2015

Arma en mente

Se que va a ser difícil este martes volverte a ver y volverte a hablar, pero es lo que elegí.
Aún con mi mejor amiga en contra por todos los medios existentes, tratando de convencerme que no lo hiciera. 
Lo cierto es que hay eventos sociales que se siguen empecinando en querer juntarnos y más cierto aún que esos compromisos morales son los que ni por locos (y mucho menos, por condescendientes) estamos dispuestos a cederle al otro como un premio en bandeja.
Llamalo orgullo, llamalo egoísmo, llamalo no madurar. Pero prefiero una y mil veces, tenerte en frente de nuevo y sentirme incómodo toda la noche, que quedar como el vencido por tu presencia ante todos. Y vos sos igual.

Tengo una tropa de gente que me repite como loros a la marcha peronista, que yo no era así y lo peor es que tienen razón. Pero ¿que se le va a hacer? Pasé demasiado tiempo al lado tuyo y algunas mañas se contagian más rápido que la gripe.

No voy a asistir con una pareja de mentira, tampoco voy a rebajarme a tu juego como presiento que va a ser la ocasión y creo que tampoco lo haría con una de verdad si la tuviera, ya que no está en mi deseo darte a dudar que lo haya hecho ni un solo momento.

Me acuerdo cuando la vida era más simple, cuando me esperanzaba y me desesperanzaba con el tiempo, me dolía y me volvía a armar para salir. Ahora soy un ser carente de toda valentía y ánimo a sentirse vulnerable con cualquier ser humano que lo rodee, por el simple hecho de no querer volverse a equivocar. Me acuerdo cuando la gente me miraba a los ojos y veía inocencia o rebeldía o algunos hasta llegaron a ver picardía. 
Después de haberte amado, la única que me ve de verdad es mi mejor amiga y ni a ella le gusta lo que reflejo, puesto que aprendí a mentir con la mirada y tengo el talento de no expresar nada o expresar algo que no siento, para no ser descubierto o en el peor de los casos, herido.

¿Si me siento solo? No. 
Me siento lejos.

CS.

Pd: Te detesto.

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