2 de octubre de 2016

Feliz cumpleaños

La búsqueda inconsciente de anoche por emborracharme y perder el juicio fue tremenda. Pocas veces tuve tan poco cuidado de mi mismo, sabiendo que en el camino a casa pudiera pasarme cualquier cosa o incluso allí mismo.

Algo me pasaba, mientras bailaba y tomaba y me hacía el que escuchaba las conversaciones a los gritos que tenían mis amigos con gente desonocida. Eran sensaciones de lejanía sensorial con el resto a mi alrededor. Se sentían como estampidas de ganas de tirarme en la cama a llorar. Eran abandonos mentales a la sociabilización que intentaba practicar. Eran canciones tristes que querían que me las pusiera a cantar.

Estaba ajeno, perdiéndome poco a poco en los fondos del lugar o entre la gente más ignorada o en la bebida. Miraba la hora a cada rato. Miraba la salida como alerta ante cualquier mínimo estímulo en contra de mi sensible estabilidad emocional. Miraba el vaso cada vez más vacío y me volvía a preguntar por qué estaba así.

Cuando ya no aguanté más las ganas de dejar de fingir que todo estaba bien, me fui sin siquiera avisar o saludar. Caminé tan despacio hacia la puerta como queriendo arrepentirme de mi decisión, que tardé años en cruzar toda la gente. Descarté el vaso y lo poco que quedaba en él, al suelo mismo mientras salía. Subí las escaleras hasta la calle tratando de no pensar más en lo que me estaba pasando y en controlar las ganas de llorar que habían empezado al emprender el primer escalón.

Pero no fue sino hasta estuve en la vereda y miré la hora en mi teléfono bajo el resguardo de un balcón...

Otro 2 de octubre que vuelve a llover.

CS.

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