9 de octubre de 2016

La celebración

No fue sino anoche mismo que estábamos todos celebrando una despedida repentina y dolorosa. Y no fue sino hasta esta mañana que nos pusimos todos de acuerdo para no desistir de festejar la vida que nos queda, acompañando a la más pequeña de la familia en su primer año de vida.

Irónico el destino como las personas que se dejan habitar por él. Una muerte y un cumpleaños con diferencia de un día. Llantos desconsolados por la noche, que se volvían aplausos y vitoreo de emoción y alegría (un poco impostados al principio, pero genuinos al final) con el correr de las horas.

¿Que nos queda para imaginar si la ficción siempre nos termina quedando chica? Me pregunto.

Por suerte. nos quedan la resiliencia y la entereza para hacerle frente a lo que sea. Porque en definitiva, lo que tenga que ser va a ser y no por ello hay que dejar de celebrar, las cosas buenas que planeemos para hacer más llevadera la existencia.
Que desde que inventaron la rutina, las responsabilidades y las excusas, nos vamos viendo cada vez menos y vamos creando menos y menos anécdotas para no tener que repetir mientras vayamos envejeciendo.

Al menos agradezco y no me quejo, que al menos eso que me dijeron allá por la adolescencia, cuando conocí la amistad: el abrazo en serio nunca falta. En las buenas y en las malas, siempre nos volvemos a juntar.

CS.

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