23 de junio de 2019

Me duele mi corazón

Una vez me animé a decirlo en voz alta. Me acuerdo que llorando le decía a mi madre que no podía creer que la gente fuera tan mala. Me habían desilusionado tan fuerte. Ahora que trato de recordar que había sido puntualmente no logro acordarme, como si memoria hubiese encapsulado ese dolor en el olvido. Pero si me acuerdo de esa sensación tan agobiante. Ese calor en el pecho que oprimía cualquier intento de consuelo. Me acuerdo que lloré como un niño y no paraba de decirlo: “me duele mi corazón, mamá” y ella tan solo apretaba su abrazo contra mi cabeza y se inclinaba un poco más sobre mi, como protegiéndome.
Que tremendo. Ahora ni siquiera recuerdo que me habían hecho, aunque vaya que recuerdo ese momento.

¿Por qué me detengo entonces ahora, después de como seis años de esa sensación tan horrible, luego esa desilusión tan fuerte? Porque me di cuenta que vivo con miedo.
Vivo con miedo a que me pase algo similar. Algo tan tremendo que me arrase los sentimientos de tal forma que no pare de llorar. Algo que me inunde de tal forma el pecho que no pueda respirar.
Tan solo pensar que pueda sucederme nuevamente me aterra.

Mis mejores amigas ya no sirven para consolarme, familia no tengo. Nadie de los que me he enamorado se acercó siquiera a que pueda expresarles esto que siento. A terapia solo voy a quejarme de un montón de otras cosas. Nunca logro decírselo a nadie.
Es estresante, vivir al pendiente de cada reacción ajena. No confiar en nadie.
Calcular a puro instinto como actuarán las personas conmigo. Midiendo lo que hago, lo que pregunto, lo que respondo, lo que digo. No quiero que nadie tenga armas suficientes para dañarme, no dejando siquiera que me conozcan por completo. Soy falso. Me importa muy poco lo que los demás sientan por mi o conmigo.
No amo de verdad a mas nadie.

Y cada vez que me quedo solo, en la oscuridad de la noche, en la solemnidad de la soledad, me acuerdo de ese momento. De ese abrazo sin límites, de esas palabras sin voz, de ese llanto compartido  pero alentador. Ya no existe nada de eso y esa indefensión interna todo el tiempo, me hace sentir desnudo.

Tengo todas las armas del mundo para hacer lo que quiera, pero ningún escudo.

CS.

Pd: te extraño.

No hay comentarios :